Se cuenta que Albert Einstein solía decir a sus alumnos: “…si siempre haceis las mismas cosas en el laboratorio, no os debe extrañar que siempre consigais los mismos resultados…”, o algo parecido. Esto me recuerda una anécdota que contaba un amigo ruso, recordando sus años jóvenes en una escuela de ingeniería de su país. Al parecer, uno de sus profesores solía dirigirse solemnemente a la clase y les decía: “Lo que más me emociona de ustedes es su inquebrantable afán de NO aprender.”
Ambas anécdotas vibran en la misma nota, como dos cuerdas de
piano afinadas. Y esto me lleva a otra afirmación que he encontrado
recientemente en unos textos dirigidos a facilitar el despertar de la
consciencia de nosotros, los humanos. El autor remarcaba que los seres humanos,
a pesar del cuerpo que parece que resume todo lo que somos, en realidad somos
energía, somos mente, somos pensamiento pero, lo que de verdad nos define es
nuestra condición vibratoria: somos energía vibrante. Cada uno de nosotros, en
cada momento, experimentamos y ofrecemos al Universo una vibración, una nota,
determinada. Y esa nota determina nuestro ámbito de resonancia.
Recientemente se habla mucho de la tercera dimensión, del paso a la
cuarta dimensión, de que nuestro Universo estaría formado por al menos 11
dimensiones (Teoría de Cuerdas) que coexisten en el Espacio-Tiempo, pero cuyas
realidades se desconocen entre sí debido a las diferencias vibratorias que
caracterizan dichas dimensiones. Pero, en realidad, aun tratándose de la misma
dimensión, la nuestra, la dimensión física, en nuestra ciudad, en nuestro
barrio, podemos vivir sin tropezarnos siquiera con alguno de nuestros vecinos,
sin sospechar siquiera de su existencia, por la sencilla razón de que estamos
vibrando en rangos de frecuencia tan distintos que resulta materialmente
imposible que ni siquiera coincidamos en el ascensor. No somos conscientes de
que cuando compartimos nuestro tiempo-espacio con alguien es porque en ese
momento estamos vibrando en el mismo rango de frecuencias. Sea el encuentro
agradable o desagradable según nuestra percepción; una observación atenta y,
sobre todo, la perspectiva del tiempo, nos dará la certeza de que hubo una
afinidad innegable con aquella persona, en aquel momento.
Pues bien, reconociendo el fenómeno de la vibración, y su
consecuencia de la resonancia, se entienden mejor conceptos como la afinidad y
la atracción consiguiente; conceptos, todos ellos, muy de moda en los últimos
años (El Secreto).
En este nivel de análisis, hay que darse cuenta que no
importa lo que opinemos: el concepto del bien y del mal no es relevante. Si yo
me siento molesto, o francamente indignado con algo concreto, pongamos la
guerra, o la injusticia, puede que se me considere una persona bien informada y
con unos principios éticos bastante sólidos, pero el efecto subyacente es que
mi vibración se acomodará a aquello en que enfoco mi mente, mis pensamientos y, hasta de forma inconsciente, mi capacidad creadora. Es decir, si yo me enfoco,
hablo, discuto, argumento, protesto acerca de la injusticia que invade el
mundo, estaré sintonizando con una nota: la injusticia, sin importar si opino
que dicha nota es discordante. Con mi energía mental enfocada en la injusticia,
no sólo estaré vibrando en la frecuencia de la Injusticia, sino que estaré
sumando mi vibración, mi energía, a la energía de todas las injusticias del
mundo y, además, me veré irremediablemente atraido y vinculado a todo tipo de
injusticias en virtud de las leyes de la resonancia y de la atracción.
Parece una trampa, y lo es. La solución, por tanto, no es
odiar la Injusticia, ni criticar la Injusticia, ni denunciar la Injusticia. La
solución, por supuesto, tampoco es amar la Injusticia. En ambos casos
estaríamos vibrando en su nota, aumentando su energía, y quedando materialmente
sujetos a su influencia. La mejor, y podríamos decir la única, solución contra
la Injusticia es IGNORARLA.
Siempre me ha llamado la atención una de las frases
incuestionables de nuestra cultura: “… si quieres la paz prepara la guerra…”.
Al parecer, tal pieza de sabiduría se debe a Julio César, emperador romano, que
consagró toda su vida a la guerra. Evidentemente, si preparas la guerra,
piensas en la guerra, trabajas para la guerra, creas para la guerra, inventas
para la guerra, inviertes en la guerra, sueñas con la guerra, amasas fortunas
con la guerra, por supuesto vibras en la nota de la guerra: te llegas a
convertir en la misma GUERRA.
¿Qué os parecería esta otra versión?: “… si quieres la PAZ,
prepara la PAZ…”. Su lógica suena tan aplastante que se podría atribuir al
mismísimo Perogrullo.
¿Cuántas generaciones de pacifistas se han podido convertir
en servidores de la guerra, en víctimas de la guerra, solamente por aceptar
como válida la gran mentira expresada por Julio César, o por luchar abierta y dedicadamente "contra" la guerra?
Antes decía: la única solución contra la Injusticia es
IGNORARLA. Sin embargo, la mente humana no se maneja bien en el vacío. Es mucho
más práctico poner en juego la existencia de los opuestos. Todo concepto tiene
su opuesto, y hay que descubrirlo. El opuesto de la Injusticia no es otro que
la Justicia. El opuesto de la Guerra no es otro que la Paz. El opuesto de la
Mentira no es otro que la Verdad. El opuesto de la Libertad no es otro que la
Esclavitud. Y así sucesivamente…
Por tanto, lo recomendable, ante una realidad que nos
parezca poco digna de formar parte de nuestra existencia y experiencia, sería
localizar su opuesto natural y consagrar nuestra mente a dicho opuesto. Por
ejemplo, en el caso de la Injusticia. El método debería consistir en dedicar
nuestra mente, nuestras opiniones, nuestro tiempo, nuestra energía, nuestra
creatividad, a cultivar y tratar todas las formas y situaciones que nos
conecten con la Justicia y que lleven nuestra vibración a la de la Justicia.
Según el criterio expuesto anteriormente con el ejemplo de la guerra, de esta
forma, acabaremos alimentando con nuestra energía la Justicia, atrayendo
situaciones justas a nuestra vida y a nuestra experiencia y aumentando la
intensidad de la vibración de la Justicia en todo el mundo, por simple fenómeno
de Resonancia. Como veis, no se trata del Bien y el Mal. Es pura Física.
Cuando el Trío de las Azores se reunió para dar un concierto
con los Tambores de la Guerra, sabían que nos necesitaban a todos, que con el
clamor unánime del NO A LA GUERRA, les proporcionaríamos toda la energía que a
ellos les faltaba para llevar a cabo sus planes para apropiarse del petróleo y
arrebatarnos nuestra libertad, todo ello en nombre de nuestra seguridad, todo
por nuestro propio bien.
Cuando los grandes maestros de la Humanidad han dicho LA
VERDAD OS HARÁ LIBRES, sabían ciertamente que los poderes oscuros que aspiran a
controlar el mundo son cualquier cosa menos tontos. Y además de ser muy
inteligentes, están muy bien asesorados y disponen de unos conocimientos que se
han ocultado al resto de la humanidad durante siglos y milenios.
Sin embargo, en el Universo todo cambia, nada permanece
inmutable y la oscuridad da paso a la luz. Ya se terminó el tiempo en que el
conocimiento se podía ocultar. Ya estamos en el tiempo en que todo lo oculto
debe salir a la luz, de la misma manera que después de cada noche, por larga
que parezca, llega un amanecer inexorable.
Distintas fuentes coinciden en asegurar que la Vida en la
Tierra está regida y protegida por la Ley del Libre Albedrío, y que todo lo que
ocurre en nuestro planeta goza de nuestra libre elección o, por lo menos, de
nuestra libre y voluntaria aceptación. Pues bien, me atrevo a declarar que esto
último es otra GRAN MENTIRA, para mantener resignada a la Humanidad y además
hacerla sentir culpable de todo lo que le ocurre, al ser por propia elección.
Digo que es MENTIRA, porque la Ley del Libre Albedrío exige
que haya libre elección, y para que haya libre elección, tiene que apoyarse en
un total acceso a la información veraz de todo lo que concierne a la materia
sobre la que debe elegirse. Por tanto, si hay ocultación, si hay mentira
deliberada, si hay deformación en las noticias, si se ha negado el conocimiento
fundamental de los datos y de las circunstancias, NO SE PUEDE ALEGAR LIBRE
ALBEDRÍO.
Una población que elige o acepta una propuesta, bajo el
efecto de la mentira, la ocultación y el engaño deliberado, no es una población
que elige libremente, no se está respetando su sagrado derecho al Libre
Albedrío, esos grupos que llevan innumerables siglos conspirando para hacerse
con el control de la Humanidad, han violado insistentemente la Ley del Libre
Albedrío, y protegiéndose con ella de las consecuencias de sus abusos.
Por ejemplo, no se puede alegar que quienes han visto sus
ahorros desaparecer bajo la alfombra de las Participaciones Preferentes, sabían
lo que estaban firmando. La inmensa mayoría de ellos fueron engañados para que
firmaran o, incluso, para que aceptaran sin rechistar una decisión tomada por
el director de su sucursal bancaria sin haber firmado ningún documento. No se
puede invocar el Libre Albedrío de las víctimas, cuando se han convertido en
víctimas mediante el engaño y la ocultación de una estrategia deliberada para
robarles, en muchos casos, sus ahorros de toda la vida. ¿Cómo es que otros
ciudadanos, los que habían tenido amplia información y conocimiento de sus
opciones pusieron su dinero a salvo en cuentas en Suiza y otros paraísos
fiscales, o invirtieron sus fortunas en las SICAV, poniéndolas a salvo en
nuestro propio territorio?
No se puede aplicar por igual la Ley del Libre Albedrío a
unos y a otros. La gran diferencia está en el engaño y la ocultación.
Lo mismo se puede argumentar con la Guerra Santa de Las
Azores. Se dijo al mundo que el gobierno de Irak escondía armas de destrucción
masiva (MENTIRA), con lo que se consiguió el apoyo o el consentimiento de la población para impulsar
una guerra orientada al robo del petroleo de Irak y de las libertades del resto
del mundo. La mentira, el engaño y la ocultación, atentan directamente contra
la Ley del Libre Albedrío. La VERDAD es la única esencia capaz de curar, de una
vez y para siempre, todos los males de nuestro mundo. Por eso nos han dicho en
tantas ocasiones LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.
Trabajemos por la Verdad, exijamos la Verdad, hablemos sobre
la Verdad, premiemos la Verdad, construyamos por y para la Verdad, trabajemos
por la Verdad, creemos caminos y estructuras para canalizar y aprovechar la
Verdad, y en muy poco tiempo habremos disuelto todos los castillos de naipes
que han estado construyendo sobre tantas mentiras, y nuestro mundo y nuestra
vida cambiarán para mostrar toda la Verdad de la que somos capaces.
Con cada pequeña Verdad que consigamos rescatar del fondo de
la ciénaga, veremos miles y miles de pequeñas burbujas de Verdad que también
serán liberadas y, en poco tiempo, una atmósfera renovada y rica en Verdades
nos dará en la cara y nos despejará de las brumas y los vapores de tanta
droga-mentira y tanto engaño soportados durante tanto tiempo. Y entonces sí que
estaremos protegidos por la Ley del Libre Albedrío y nada ni nadie podrá
obligarnos a aceptar nada en contra de nuestro conocimiento y de nuestros
intereses.
Además, cuando hayamos elevado suficientemente la vibración
de la Verdad, aparecerá una nota armónica: LA JUSTICIA, y descubriremos algo
que ya saben los músicos de todo el mundo: que con sólo unas pocas notas y unas
sencillas reglas se pueden escribir las más sublimes sinfonías.