CARTA A
LOS PRIVILEGIADOS DE LA TIERRA
Vosotros,
los privilegiados del mundo, la élite dirigente, los gestores de las
mayores empresas del planeta y de las vidas de millones de seres,
tenéis motivos para estar muy, pero muy, asustados.
Desde que
terminó la Segunda Guerra Mundial, os habéis estado beneficiando de
unos años en que los ciudadanos del mundo hemos apostado por la paz
y por la democracia. A cambio, los poderes oscuros que actúan en
este planeta han trazado unos planes dirigidos a y por la
destrucción. Han decidido apostar por la mentira y la manipulación
en lugar de por la justicia y la equidad; por la esclavitud de la
mayoría en lugar de respetar la libertad y la dignidad de los seres
humanos.
Sólo
cabe una explicación: esos poderes oscuros no pertenecen a la
especie humana, y no tienen ningún futuro excepto su propia
extinción. Quizá, por eso, sus expectativas son tan negras que han
decidido destruir lo máximo que puedan antes de su propia
desaparición.
Pero
vosotros, los privilegiados del mundo, se supone que sois
inteligentes, se supone que conocéis las leyes del éxito, las leyes
de causa-efecto y la ley universal de la consecuencia: todo hecho,
incluso todo pensamiento, tiene consecuencias.
Vosotros,
los privilegiados, habéis estudiado, conocéis los hechos más
importantes de la Historia de la Humanidad, sabéis que todo sucede
en ciclos y sabéis también que siempre se obtiene algo a cambio de
algo. Todo es energía y la energía no se crea ni se destruye, se
transforma implacablemente e incesantemente.
Vosotros,
los privilegiados, habéis recibido enormes beneficios a costa de la
dignidad, de la libertad, de la vida y del futuro de millones de
personas.
Vosotros,
los privilegiados, habéis estado ejecutando las órdenes y los
planes de esos poderes oscuros a cambio de enormes beneficios
económicos y materiales.
Vosotros,
los privilegiados, habéis colaborado activamente, incluso con
entusiasmo, en el empobrecimiento, la idiotización y la esclavitud
de ingentes masas de la población mundial.
Vosotros,
los privilegiados, sois inteligentes, ¿y de verdad pensáis que no
tendréis que pagar el precio de tanta mentira, miseria, ignorancia,
dolor y muerte que habéis causado?
No
tratéis de responder con el corazón; muchos lo habéis perdido.
Tratad de contestar con vuestra mente, supuestamente cultivada,
supuestamente entrenada para valorar riesgos y tomar decisiones.
Vosotros,
los privilegiados, habéis colaborado en idiotizar a la población:
un ignorante es más fácil de manipular, sin daros cuenta que quizá
vosotros estáis siendo los más manipulados. ¿De verdad pensáis que
vais a formar parte de ese futuro que la élite oscura está
elaborando con vuestra ayuda?
Esa élite
oscura, sin sentimientos, sin ética, sin principios, que no
pertenece a la especie humana y que no tiene futuro, ¿qué pensáis
que van a hacer con vosotros cuando no seáis necesarios? ¿de verdad
pensáis que el dinero que os han permitido acumular os va a
garantizar algo en ese momento?
Vosotros,
los privilegiados, habéis estudiado los hechos y circunstancias
previas a la Revolución Francesa. ¿De verdad pensáis que la
población está bajo control y por eso no se han cobrado tanto
sufrimiento con vuestras vidas y la de vuestras familias?
Y aunque
en este caso no sea el pueblo alzado en armas, ¿de verdad pensáis
que el Universo y la Historia no va a encontrar el medio de
equilibrar la balanza y de pasaros la factura de todo el dolor que
habéis causado? ¿de verdad pensáis que podréis comprar una plaza en
un bunker o en una hipotética nave de evacuación?, ¿y luego qué?
Vosotros,
los privilegiados, aún podéis decidir si vais a ser parte del
problema o de la solución.
Vosotros,
los privilegiados, posiblemente estéis agotando vuestra reserva de
privilegios. Cada vez hay más razones para pensar que no queda mucho
tiempo.
El resto
de la población ya estamos trabajando en nuestro propio futuro, en
nuestra propia evolución, en general no estamos muy interesados en
nuestro derecho a la venganza.
Vosotros,
los privilegiados del mundo, tratad de contestar a esta pregunta, que
ya se planteó Niemoller:
Cuando no
quede nadie, y vayan a por vosotros, ¿quién va a salir en vuestra
ayuda?
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